Uno de los primeros recuerdos de Marjolein se remonta a cuando era un bebé y pasaba las mañanas tumbada en el césped del jardín de su casa, cerca de Utrecht, inmersa en las imágenes, sonidos y aromas del mundo que la rodeaba. Cuando su madre la sacaba del carrito y la dejaba en manos de la naturaleza, no era consciente de que, en realidad, estaba depositando la naturaleza en manos de su hija.
De pequeña, Marjolein coleccionaba y guardaba como oro en paño pequeños elementos de la naturaleza: piñas, semillas, flores… Cuando aprendió a sujetar el lápiz y el pincel, enseguida empezó a capturar la belleza de la naturaleza en sus cuadros y bocetos.
Después de terminar sus estudios en la Academy of Arts de Arnhem, Holanda, empezó a ganar popularidad como ilustradora. En la actualidad, su trabajo de ilustración tiene como objetivo invitar a hacer una pausa para disfrutar de la naturaleza y de su poder para aportarnos serenidad, energía y salud. Cada tarde, Marjolein da largos paseos para buscar nuevas ideas, y suele encontrar inspiración en imágenes sencillas, como aves posadas sobre las ramas de los árboles o conjuntos de hojas caídas y secándose bajo el sol otoñal.